El audio condiciona lo que vemos. Un mismo escenario, dependiendo de la música utilizada, puede resultar en emociones totalmente diferentes, ¡hay que prestarle causal atención para no fallar durante su desarrollo!
Te lo simplifico de la mayor manera posible: Existe una notoria paradoja entre la cualidad perceptible de lo que oímos respecto de lo que vemos en la pantalla. Si el audio percibido está bien realizado, nuestro cerebro no lo diferencia como un hecho aparte, sino más bien se adhiere a la visual y a la interacción de los sucesos.
La paradoja se da en que, mientras más funcional y correctamente realizada/incorporada es la calidad y cualidad del sonido que escuchamos (ya sean efectos de sonido o música incidental) en relación a lo que vemos, menos notoria es su presencia; y por ende menos conscientes somos de su existencia. El sonido debiese pasar inadvertido para así lograr su básica función: sumar valor con lo que estás interactuando. Así nuestro cerebro decide (inconscientemente) darle atención a otras cosas: anticipar jugadas enemigas, estar atento a reacciones inesperadas, planificar y prepararse para sucesos futuros, pensar estrategias, etc.
El audio condiciona lo que vemos:
Si no lograste percibir la diferencia entre una repetición y la otra (ejemplo 1), es porque los editores de sonido y audio hicieron bien su trabajo (Y he aquí nuevamente la paradoja). Y si lograste notar la diferencia, ¡Bravo!, vas entendiendo de lo que va este artículo.
En el ejemplo 2, a una misma escena se le cambian la música, pocos de los ejemplos quedan agradables (en este caso, sirve como ejemplo para ver como la música también puede NO ayudar), aunque el ejemplo de música “action” le queda bien, cuando el personaje camina “intensamente”.
Hilando más fino: Del “cliché” sonoro a la sutileza selectiva
Ahora bien, el problema surge cuando debemos abarcar aspectos más específicos. Nos guste o no, la cultura audiovisual ha conformado un contexto histórico inmersivo del cual, socialmente hablando, hemos absorbido a lo largo del tiempo; condicionando en cierto modo la creatividad de quienes se dedican a ello. Un juego de acción FPS, demandará música de acción. Un juego de aventura, demandará el uso de ambientes sonoros naturales, música “alegre” o neutra, dejando lugar a cambios cuando el peligro se presente. Un juego de terror, demandará el uso de silencios o ambientes sonoros extraños; y un juego bélico, una contundente música orquestal con metales brillantes y épicos.
Llegar a elaborar estos “clichés” no es para nada fácil, por el contrario, requieren de muchísimo estudio, conocimiento y manejo de elementos culturales. Pero reside aquí una posible “nueva premisa” creativa: romper con estos esquemas, jugar creativamente con la expectativa del oyente, tratar de lograr desde el sonido algo “mas de lo esperado”, entendiendo que la música no solo puede y debe acompañar al suceso visual en cuestión, sino que también puede hacer más que eso.
Esta nueva premisa ha sido incorporada por varias empresas de desarrollo. A modo de ejemplo, podemos hablar del reconocido juego The Last of Us del estudio Naughty Dog (2013). En este juego de “acción-aventura y horror de supervivencia”, se buscó desde un indicio minimalista concebir al sonido y la música del juego como algo que aporte mayor valor del que un esquema “cliché” podría aportar sobre el género abordado. La premisa era contundente: hacer más con menos. Así lograron generar paisajes sonoros con recursos pocos convencionales, usando y pensando cada sonido no solamente en función de lo visualmente perceptible, sino yendo más allá respecto de su relación con la narrativa, con la emotividad de los personajes, con la anticipación de sucesos, etc.
Un poco de contexto real
Los tiempos de desarrollo, los escasos presupuestos, y la constante competencia existente en esta industria hace que se requieran elaboraciones rápidas de “clichés” para concretar un producto funcional. Desde un punto de vista creativo, esto suele condicionar bastante, sin contar que este tipo de decisiones finales son tomadas por superiores que, por lo general, no se la juegan a explotar y explorar el potencial sonoro durante el proceso de desarrollo, sino más bien que deciden ir a lo seguro (una decisión totalmente acertada, por cierto, ya que de por medio existen exigencias de tiempo y costos / versus ganancias).
Pero esto no deja de ser un condicionante para aquellas personas apasionadas de la industria que deciden ir mas allá de lo convencional, sabiendo inclusive que puede no funcionar. Es aquí donde se aprecia y valora la elaboración artística del producto, mas allá de si cumple o no con los “clichés” que tanto conocemos.
A modo conclusivo
La música y los efectos de sonido condicionan la experiencia del usuario. Cuando tengas la posibilidad de explotar este recurso, ¡No te limites!, los resultados pueden ser grandiosos.
Esperamos que haya sido de utilidad, para estar al tanto de próximas publicaciones los invitamos a seguirnos en nuestras redes sociales!
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